Antes de entrar en el tema de los antivacunas, debemos saber primero que son las vacunas. Pero es cierto que en los últimos años el auge de colectivos antivacunas a puesto en alarma a los médicos de todo el mundo.
¿Qué son y para qué sirven las vacunas?
Las vacunas son esas pequeñas inyecciones que nos ponen cuando nacemos y continúan poniéndonos cuando somos niños y de adultos en caso de tener que necesitar alguna.
Esas inyecciones son preparaciones químicas para generar inmunidad contra enfermedades, haciendo que los anticuerpos se produzcan de manera más rápida y efectiva.
Las vacunas suelen contener dentro de sus fórmulas un microorganismo similar al causante de la enfermedad por la cual se le está vacunado al paciente, que son extraídas de formas debilitadas o muertas del virus, a veces con sus toxinas o con alguna proteína de la superficie del mismo.
La fórmula hace que el sistema inmunológico del cuerpo se estimule al percibir al virus como una amenaza, destruirla y dejar el registro de qué virus es y cómo se destruyó para futuras acciones.
Esto forma un estímulo de respuesta rápida de los anticuerpos para determinar más rápidamente un virus y destruirlo antes de que pueda llegar a algún órgano y afectarlo. Estas vacunas sirven para prevenir los efectos de un futuro patógeno.
La vacunación es un proceso científicamente comprobado que se ha convertido en el medio más rápido y eficaz para la prevención de virus y bacterias infecciosas, como por ejemplo la viruela y el sarampión.
Las vacunas son la razón por la cual no tenemos una pandemia o una multitud crítica de gente presentando los mismos síntomas o incluso creando mutaciones dentro de un cuerpo receptor de una misma enfermedad y combinándolos con derivados de otras infecciones.
Actualmente, la OMS (Organización Mundial de la Salud) informa que hay vacunas disponibles para prevenir más de 25 infecciones y para ser usadas bajo estricto control y contribuir a la prevención de la masificación de estas enfermedades.
Tipos de vacunas
Los términos vacuna y vacunación fueron acuñados por Edward Jenner tras denotar la viruela bovina como manera de control contra la viruela humana. Existen actualmente cuatro tipos de vacunas:
Las atenuadas: microorganismos cultivados bajo las condiciones de que pierden sus propiedades patógenas. Son las que más se usan en adultos.
Las inactivadas: organismos dañinos que fueron mezclados con productos químicos o aplicando calor matando al patógeno.
Toxoides: componentes tóxicos inactivados que provienen de microorganismos.
Las subunidades recombinantes, polisacáridas, y combinadas: usan partes específicas del virus y pueden ser administradas a cualquier persona que las precise.
El movimiento antivacunas
El movimiento antivacunas comenzó hace unos 10 años a raíz de un estudio que mostraba una supuesta “asociación» entre el autismo y la vacuna del sarampión.
Evidentemente y según muchos científicos y muchos estudios basados en niños con autismo y pacientes que habían sufrido de sarampión, se concluyó que ninguna tenía que ver con la otra, ya que eran cosas totalmente diferentes.
El autor de este artículo fue desacreditado por extorsión de datos, pero un grupo de personas sigue estando de acuerdo con él y siguen sacando argumentos que según la lógica no tiene ningún sentido, además de que carecen de pruebas y de una evidencia científica.
Este tipo de ideas genera dudas en muchas personas, ya sea por el hecho de sentirse incómodos con las vacunas, les tengan miedo a los hospitales o simplemente no están bien informados sobre el tema en cuestión.
El mayor problema viene cuando este grupo comienza a explicar sus “argumentos» para dejar de utilizar estas vacunas. Aunque algunos de estos son totalmente incomprensibles al lado de la ciencia de la medicina, puede que algunas personas se sientan alarmadas por estos comentarios y generan ciertas dudas y alarma social.
Algunas de las cosas que argumentan son:
“Las vacunas tienen aluminio, mercurio y son sustancias peligrosas para el hombre»
Sí, si las vacunas contienen estos dos metales en sus fórmulas pero a un índice menor de 1 mg. Diariamente podemos llegar a ingerir, aspirar o beber de 30 a 50 mg de aluminio sin que nos pase nada, por lo que una vacuna no afecta negativamente al ser humano.
Incluso muchas vacunas hoy en día en vez de mercurio o aluminio tienen timerosal, un conservante usado para evitar la contaminación por virus y cuya articulación química es el etilmercurio, menos tóxico y más efectivo.
“Muchas vacunas pueden llegar a sobrecargar el sistema inmune del niño»
Los niños son los más afectados y los más vulnerables a la hora de contraer un virus o una bacteria a lo largo de los primeros años de su vida, incluso están expuestos a más patógenos que los que pueden estar contenidos de manera no letal dentro de una vacuna.
“Es mejor la protección natural»
Sí, hay algunos patógenos que reaccionan mejor a una respuesta natural del cuerpo sin inducción de vacunas, pero no hace falta recordar que el riesgo de contraer una infección que no puede ser controlada de manera natural es muchísimo más alto que las posibilidades de la cura natural de una enfermedad.
Es comprensible que muchos padres estén confundidos con el tema de las vacunas, pero siempre tienen los recursos suficientes para tratar de informarse y saber cuáles son los beneficios de estar vacunado y cuáles son los problemas de no estarlo.
Por lo tanto las vacunas nos ayudan contra las enfermedades y no son invasoras.
El grupo antivacunas no sabe exactamente hacia donde se está dirigiendo, siendo esta una de sus peores armas ya que se vuelve contra ellos mismos. No caigas en su juego, infórmate y toma la mejor decisión.